Un estudio del Instituto de Análisis de Recursos Naturales muestra que, ante el avance de la frontera productiva en las 1511 superficies sujeta a políticas de conservación, se reduce a ritmo acelerado el número de mamíferos de gran porte.
Apenas un 8% de las 1511 áreas protegidas de conservación estricta de Sudamérica no se encuentran presionadas por amenazas externas –a salvo de la frontera productiva–, que siguen avanzando. Lo asegura un estudio liderado por el doctor Adrián Monjeau, investigador del CONICET y director del Instituto de Análisis de Recursos Naturales (IARN).
En proporción a la extensión total de tierras que hay en todo el continente, apenas el 1% de la naturaleza no corre riesgos de ser alterada. “Estas zonas no son suficientes porque, encima, están aisladas; es decir, que sus poblaciones animales no están interconectadas”, observó el especialista.
El IARN proyecta estudiar los procesos de extinción que se generan en las áreas protegidas y la reducción del número de los animales de gran porte; entre ellos, de herbívoros sudamericanos como el ciervo, y de carnívoros como el jaguar y el oso de anteojos. Monjeau señaló que “las áreas naturales no son los suficientemente grandes como para sostener poblaciones viables de estos animales. Por lo menos, se precisa un millón de hectáreas de superficie continua e inalterada para sostener una población de 500 jaguares.” Ocurre que, sin la suficiente extensión, aun en las áreas protegidas empieza a haber problemas de alimentación para sostener a un conjunto viable de animales, lo cual termina afectando el éxito reproductivo. El director del IARN agregó que “la falta de grandes carnívoros provoca efectos en cascada que deterioran el funcionamiento del ecosistema entero; por ello, es indispensable entender qué pasa en las áreas protegidas, que es donde los animales aún están, para poder asistirlos en lo que les está faltando.”
Debido a que en las condiciones actuales estos animales tienden a extinguirse, al menos localmente, desde el IARN analizan la posibilidad de asistirlos, aunque Monjeau observó que se trataría de un proceso muy costoso. “Lamentablemente, la naturaleza se convertiría en un zoológico, porque iríamos nosotros por la selva con nuestra tecnología para ayudar a los mamíferos y también a las plantas que se extinguen por la falta de ayuda de los animales que transportan las semillas o por exceso de herbívoros”, precisó.
“No existe el teórico equilibrio ecológico. Hoy, el proceso es de extinción, no de equilibrio, aun en las áreas protegidas. Si no asistimos tecnológicamente a los grandes mamíferos, los perderemos”, dijo con contundencia el ecólogo.
La estrategia de recuperar tierras es muy difícil, sobre todo cuando aparecen nuevos proyectos privados que buscan avanzar más sobre la naturaleza, por lo cual en el IARN creen más viable realizar centros de cría, asistirlos con suplementos alimenticios y en la reproducción, como así también defender a rajatabla las áreas protegidas, en su función de conservación, y los espacios verdes que aún quedan.
Fuente: El Argentino
Comentarios
#1 Carlos Robledo dijo: 07.07.2011 - 17:04hs Efectivamente, creo que la única forma que queda para proteger el contenido genético de fauna y flora en riesgo de extinción es integrarlos al sistema económico: criaderos orientados a producción de proteína, sea kiwicha o monos o ballenas.
Desde antiguo se conoce que todo bicho que camina - y nada - va a parar al asador.