Las montañas submarinas, los corales de agua fría, los taludes superiores de los márgenes continentales y los cañones submarinos, son los ecosistemas del mar profundo que mayor riesgo corren a corto y medio plazo.
Las mayores amenazas del mar profundo son la presión pesquera junto a los efectos del cambio climático y la acidificación oceánica, la contaminación química y la acumulación de basuras.
Así se desprende de un estudio internacional ligado al proyecto Censo de la Vida Marina, en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explica en una nota enviada hoy este organismo público.
El trabajo, publicado en el último número de PLoS ONE, ha sido coordinado por la investigadora del CSIC Eva Ramírez Llodra, bióloga en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona.
La veintena de expertos participantes han analizado los impactos antropogénicos más importantes en el pasado, presente y futuro, que afectan a los hábitats de mar profundo en todo el planeta.
Estas consecuencias están agrupadas en tres categorías: vertido de residuos y basura, explotación de recursos y cambio climático.
El mar profundo es la zona del mar que va de los 250 metros de profundidad (cuando acaba la plataforma continental) hasta profundidades de entre 3.000 y 6.000 metros en las zonas abismales, y que pueden llegar a los 11.000 metros en zonas como la fosa de las Marianas, en el Pacífico.
El fondo marino profundo cubre el 73% del océano, una superficie estimada en unos 326 millones de kilómetros cuadrados en todo el planeta.
De esa extensión, sólo se ha muestreado biológicamente una zona equivalente a unos pocos campos de fútbol.
"Sabemos que hay biodiversidad importante y recursos que no conocemos, seguimos encontrando constantemente hábitats nuevos, organismos que no conocíamos... pero la industria va mucho más deprisa que la ciencia y la legislación requerida para garantizar su conservación", explica en la nota la bióloga.
En el trabajo, los expertos destacan también otras zonas que en el futuro tendrán una mayor presión a causa de la extracción minera submarina, una actividad que empezará a desplegarse a medio plazo.
Se sabe que hay depósitos importantes de cobre, níquel y cobalto en los nódulos de magnesio de las zonas abisales del Pacífico, y cobalto, cobre y platino en las montañas submarinas del Pacífico central y oeste, entre otros.
En el pasado, explica la investigadora, el mayor impacto por parte del hombre era el vertido de residuos y basuras al mar, una actividad que está prohibida desde 1972, pero cuyas consecuencias siguen presentes en forma de toneladas de basura y plásticos, además de en los vertidos incontrolados desde la costa, ríos y barcos.
En el estudio se señala que la máxima preocupación es la acumulación de plásticos en los grandes fondos, que se degradan en microplásticos y que pueden ser ingeridos por la fauna de profundidad.
Además, hay evidencias de la acumulación de contaminantes químicos de origen industrial, como mercurio o plomo, en sedimento y fauna de gran profundidad, incluidas especies comerciales.
Fuente: Agencia EFE
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