Paradoja de la selva misionera


Recientemente nos hemos enterado de sucesos que nos producen cierta controversia y que parecieran algo paradójicos. Por un lado, las proyectadas e inminentes obras en la Ruta N° 101 (más precisamente entre el empalme con la Ruta Nacional Nº 19 y la Ruta Nacional Nº 12), en donde se prevé una inversión de alrededor de cuatro millones y medio de pesos destinados a "recubrimiento de la calzada con suelo seleccionado, desembarque de alcantarillas, perfilado de la traza y limpieza" (trabajos para lo cual Vialidad Nacional ya ha llamado a licitación pública e incluso recibió cotizaciones por parte de empresas privadas), producen un sabor amargo. Las mismas son justificadas por su supuesta "vital importancia socio-económica, dado que agilizarán la circulación vehicular y, en consecuencia, contribuirán a la seguridad vial. Asimismo, los trabajos potenciarán el intercambio comercial y productivo, además, de favorecer al sector turístico". Sin embargo nadie ha hablado una palabra del impacto que esto produciría sobre la biodiversidad local, teniendo en cuenta la alta densidad de fauna que constantemente se desplaza por sus selvas circundantes y cruzan de lado a lado. Y ni hablar de realizar una Evaluación de Impacto Ambiental, sería algo demasiado serio para nuestra burocracia y todo un hito para nuestra administración pública realizar un proyecto que pondere algo mas que el aspecto meramente económico! Es un tema discutible, que si bien tiene su parte positiva (en la que siempre se enfatiza), también tiene una negativa, pero de la que todos hacen vista gorda o directamente se omite.
Por otro lado, recientemente nos han llegado noticias acerca de la detección por parte de Guardaparques de acopiadores de palmito que procedían impunes e ilegalmente cortando esta amenazada palmera, el último sábado 22 del corriente mes, cerca del arroyo Mbocay y sobre la Ruta Nac. N° 12, en la zona limítrofe contigua entre el Parque Nacional Iguazú y el Parque Provincial Puerto Península. En total, se secuestraron alrededor de 270 cogollos de palmito acopiados y que se presume tenían como destino final el comercio clandestino de este producto en Puerto Iguazú. A pesar de ello, los responsables de este hecho no fueron encontrados. Si bien este acontecimiento fue registrado, obviamente estos hechos se producen diariamente, lo cual hace temer acerca del futuro tanto de este dátil como de muchas otras formas exclusivas de la selva.
En contraste con todo ello (y que a su vez nos hace pensar), recientemente el Sitio Oficial New Seven Wonders (que selecciona las nuevas siete maravillas naturales del mundo) reveló que más del 90% de los votos emitidos por personas de todo el mundo, fueron para las Cataratas del Iguazú. Como era de esperarse, la elección despertó fuertes expectativas en el sector turístico y no es para menos, ya que los porcentajes hablan solos: la Fundación New Seven Wonders eligió en 2007 las nuevas 7 Maravillas del Mundo y, en los años posteriores, los sitios ganadores incrementaron la cantidad de visitantes entre un 50% y un 75%.
Estos tres hechos recientes son realmente paradójicos. Por un lado estamos destruyendo este ambiente único, lleno de vida, de cultura, de tradición, como no puede ser de otra forma, por beneficios económicos que solo se traducen a corto plazo y que como todo recurso no renovable tarde o temprano caducará. Lo más triste es que además, muchas de estas actividades provienen de decisiones y políticas tomadas por los mismos gobiernos, reflejando la falta de compromiso en la conservación y protección del patrimonio nacional, respondiendo solo a falsas creencias de progreso y desarrollo. Sin embargo, tal como se ve por las encuestas y cantidad de visitas que reciben las Cataratas del Iguazú, una verdadera maravilla natural, ponen en evidencia el real potencial que posee en cuanto a la generación y entrada de divisas, que de forma bien planificada y responsable, impulsaría un mejor desarrollo turístico sustentable. Pero para ello hay un punto muy importante que nos estamos olvidando. Adivinen. Exacto, si no conservamos las selvas que rodean estas hermosas cataratas y toda su biodiversidad, estas cascadas serían solo agua cayendo, disminuyéndose muchísimo su interés para ser visitado. Si bien el turismo ha sido declarado por Ley Nacional 25.997 como "política de estado", aún no hemos logrado implementar planificaciones serias y que integren aspectos esenciales para maximizar esta actividad, tal como lo es la conservación del medio natural, muy valorado por millones de personas, en especial los que escapan de las grandes urbes para observar naturaleza. En vez de ello, preferimos el desmonte para cultivos intensivos y la obtención de maderas, la construcción de obras de dudosa necesidad y aplicación, entre otras alternativas de obtención de ganancias que solo nos están llevando al futuro (pero cercano) colapso, olvidando formas que podrían a la vez de generar ganancias, integrar el entorno natural junto con la población, asegurando de esta manera la viabilidad del recurso. En definitiva, esperemos que esta designación simbólica atribuida a nuestras Cataratas del Iguazú (compartidas obviamente con Brasil) no obtenga solo como producto el simple incremento de visitantes, sino la concientización de la necesidad de conservar el entorno y utilizarla como "paraguas" para la conservación de otras áreas interesantes y menos conocidas.



27 de Agosto de 2009

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