Luego de una década de trabajo de campo, investigadores de la UNL y el CONICET, recolectaron y analizaron 71 anfibios con anormalidades. Son los primeros datos sobre una recopilación de este tipo de fenómenos en Latinoamérica.
Primero fue uno, al tiempo fueron dos y en una década llegaron a ser 71 los casos de ranas con patas de más o de menos, colas extras o sin oídos detectadas en Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba durante las campañas de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el CONICET.
Si bien las malformaciones en anfibios son una realidad en muchas partes del mundo -y ya fue estudiado en Estados Unidos y Europa-, en Latinoamérica apenas si se habían descripto algunos hallazgos aislados.
Ahora, un grupo de investigadores de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL publica la primera sistematización de malformaciones en anfibios. Se trata de un trabajo que analiza los tipos de anormalidades y los relaciona con los sitios en los que fueron encontrados. “Estos resultados extienden el fenómeno en un sentido geográfico y aportan una base de datos para proponer nuevas investigaciones”, recalcó Paola Peltzer, investigadora y docente de la UNL.
La mayor cantidad de casos fue detectada en entornos agrícolas. “Siempre se piensa en los agroquímicos, pero esos sitios sufren muchas transformaciones más. Incluso se modifica la dieta de los animales porque la fauna de insectos es otra. Más al sur, en las zonas industriales de Argentina, podríamos hablar de otro tipo de contaminación”, analizó Rafael Lajmanovich, responsable de la cátedra de Ecotoxicología de la FBCB.
Cuáles y dónde
Todo comenzó por azar en las campañas que realizan periódicamente los investigadores para obtener tejidos de animales muertos para el monitoreo de los ambientes. Fue en esos viajes por distintos ámbitos del Paraná Medio que el equipo encontró ranas con distintos tipos de malformaciones. Además, a la recopilación se sumaron aportes de colegas de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Luego de una década de trabajo que se extendió desde enero de 2000 hasta diciembre de 2009, se contabilizaron 71 casos. El siguiente paso fue sistematizar la información y para eso se clasificaron los tipos de anormalidades y los sitios en los que fueron hallados.
En total, se relevaron 51 sitios diferentes y en 29 se hallaron individuos con malformaciones. La mayor cantidad de casos se detectó en los sitios agrícolas con 42 casos en 12 especies y con diez tipos distintos de anormalidades. Los datos correspondientes a los ambientes suburbanos y forestales son significativamente menores. En el primero se relevaron 19 individuos de cinco especies con siete tipos de anormalidades mientras que en los forestales los individuos apenas alcanzaban los diez, de cuatro especies y tres tipos de anormalidades.
“Algo que nunca habíamos encontrado y era de lo que más se hablaba en gran parte del mundo eran los animales con miembros extra. El primero que se detectó fue en Entre Ríos”, destacó Lajmanovich.
Otra de las anormalidades que encontraron fue un individuo al que le faltaba la mandíbula inferior, “Lo vimos en juveniles de una especie de un ambiente suburbano. Eso es un riesgo porque al no tener lengua, no puede alimentarse. Llega a una edad y luego muere”, contó Peltzer.
En todos lados
Que las ranas hayan sido encontradas en la zona del Paraná Medio no quiere decir que las malformaciones sean un fenómeno exclusivo de esa región, muy por el contrario “se trata de fenómenos globales que se detectan en distintas partes del mundo y, en general, se asocian con la pérdida de hábitats, con los agroecosistemas en general y con distintos tipos de contaminación”, argumentó Lajmanovich.
No es fácil establecer las causas de las malformaciones ya que una vez que se encuentra el animal, por más que se realicen análisis, no hay certezas sobre lo que le ocurrió. “Son alteraciones que suceden durante el desarrollo del animal y probablemente esa rana en particular es la sobreviviente de un grupo de animales que pudieron estar malformados”, agregó.
A pesar de las limitaciones, en los últimos años surgieron diferentes hipótesis que asocian a factores causales. “El tipo de malformación podría incluso relacionarse con el tipo de ambiente estudiado. Así se vinculan, por ejemplo, con contaminación ambiental por un determinado plaguicida o bien la presencia de un parásito (trematodo) que infecta en mayor medida a los animales inmunosuprimidos por el efecto de los agroquímicos en lagunas eutrofizadas”, señaló Peltzer.
De acuerdo con los expertos, las ranas son buenos indicadores ambientales. “Se reproducen en el agua donde tal vez sean más vulnerables al contacto con sustancias químicas de todo tipo y luego pasan a la tierra donde se ven afectadas por los cambios de hábitats”, concluyó Lajmanovich.
Fuente: Prensa Institucional UNL
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